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Crees que la vida es incendio, que el progreso es erupción; en donde pones la bala el porvenir pones. No.

A Roosevelt

Mas la América nuestra, que tenía poetas desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl, que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco, que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió; que consultó los astros, que conoció la Atlántida, cuyo nombre nos llega resonando en Platón, que desde los remotos momentos de su vida vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,

A Roosevelt

Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo, el Riflero terrible y el fuerte Cazador, para poder tenernos en vuestras férreas garras. Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!

A Roosevelt

¡Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman, que habría que llegar hasta ti, Cazador! Primitivo y moderno, sencillo y complicado, con un algo de Washington y cuatro de Nemrod. Eres los Estados Unidos, eres el futuro invasor de la América ingenua que tiene sangre indígena, que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.

A Roosevelt

Ahora yo me escondo, como antes, todas estas oraciones vespertinas, y espero que tú no des conmigo.

A mi hermano

Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa, donde nos haces una falta sin fondo! Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mamá nos acariciaba: «Pero, hijos...»

A mi hermano

Miguel, tú te escondiste una noche de agosto, al alborear; pero, en vez de ocultarte riendo, estabas triste. Y tu gemelo corazón de esas tardes extintas se ha aburrido de no encontrarte.

A mi hermano

Y en esta hora fría, en que la tierra trasciende a polvo humano y es tan triste, quisiera yo tocar todas las puertas, y suplicar a no sé quién, perdón, y hacerle pedacitos de pan fresco aquí, en el horno de mi corazón...!

El . Pan nuestro

Fue en una hora divina para el género humano. El cisne antes cantaba sólo para morir. Cuando se oyó el acento del Cisne wagneriano fue en medio de una aurora, fue para revivir.

El Cisne

Sobre las tempestades del humano océano se oye el canto del Cisne; no se cesa de oír, dominando el martillo del viejo Thor germano o las trompas que cantan la espada de Argantir.

El Cisne

bajo tus blancas alas la nueva Poesía concibe en una gloria de luz y de armonía la Helena eterna y pura que encarna el ideal.

El Cisne

¡Oh Cisne! ¡Oh sacro pájaro! Si antes la blanca Helena del huevo azul de Leda brotó de gracia llena, siendo de la Hermosura la princesa inmortal,

El Cisne

Se bebe el desayuno... Húmeda tierra de cementerio huele a sangre amada. Ciudad de invierno... La mordaz cruzada de una carreta que arrastrar parece una emoción de ayuno encadenada!

El Pan Nuestro

Se quisiera tocar todas las puertas, y preguntar por no sé quién; y luego ver a los pobres, y, llorando quedos, dar pedacitos de pan fresco a todos. Y saquear a los ricos sus viñedos con las dos manos santas que a un golpe de luz volaron desclavadas de la Cruz!

El Pan nuestro

Todos mis huesos son ajenos; yo talvez los robé! Yo vine a darme lo que acaso estuvo asignado para otro; y pienso que, si no hubiera nacido, otro pobre tomara este café! Yo soy un mal ladrón... A dónde iré!

El Pan nuestro

En huerto nuestro que nos hizo extraño, ha puesto cactus y zarpadas hierbas. Alienta del resuello del desierto y ha amado con pasión de que blanquea, que nunca cuenta y que si nos contase sería como el mapa de otra estrella.

La Extranjera

Habla con dejo de sus mares bárbaros, con no sé qué algas y no sé qué arenas; reza oración a dios sin bulto y peso, envejecida como si muriera.

La Extranjera

Y va a morirse en medio de nosotros, en una noche en la que más padezca, con sólo su destino por almohada, de una muerte callada y extranjera».

La Extranjera

Con tantos pies la pobre, y aún no puede resolverse. Y, al verla atónita en tal trance, hoy me ha dado qué pena esa viajera.

La arana

Es una araña que temblaba fija en un filo de piedra; el abdomen a un lado, y al otro la cabeza.

La arana

Hoy la he visto de cerca. Y con qué esfuerzo hacia todos los flancos sus pies innumerables alargaba. Y he pensado en sus ojos invisibles, los pilotos fatales de la araña.

La arana

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Los Heraldos Negros

Son las caídas hondas de los Cristos del alma de alguna fe adorable que el Destino blasfema. Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Los Heraldos Negros

Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Los heraldos negros

...Y un cisne negro dijo: «La noche anuncia el día». Y uno blanco: «¡La aurora es inmortal! ¡La aurora es inmortal!» ¡Oh tierras de sol y de armonía, aún guarda la Esperanza la caja de Pandora!

Que Signo Haces

A vosotros mi lengua no debe ser extraña. A Garcilaso visteis, acaso, alguna vez... Soy un hijo de América, soy un nieto de España... Quevedo pudo hablaros en verso en Aranjuez...

Que Signo Haces

La América española como la España entera fija está en el Oriente de su fatal destino; yo interrogo a la Esfinge que el porvenir espera con la interrogación de tu cuello divino.

Que Signo Haces

¿Seremos entregados a los bárbaros fieros? ¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés? ¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros? ¿Callaremos ahora para llorar después?

Que Signo Haces

Huye hacia los bosques, Vete a la montaña; Límpiate la boca; Vive en las cabañas; Toca con las manos La tierra mojada; Alimenta el cuerpo Con raíz amarga; Bebe de las rocas;

Tu me quieres blanca

Tú que hubiste todas Las copas a mano, De frutos y mieles Los labios morados. Tú que en el banquete Cubierto de pámpanos Dejaste las carnes Festejando a Baco.

Tu me quieres blanca

Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, te pareces al mundo en tu actitud de entrega. Mi cuerpo de labriego salvaje te socava y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.

Veinte poemas de amor y una cancion desperada I

Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros y en mí la noche entraba su invasión poderosa. Para sobrevivirme te forjé como un arma, como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.

Veinte poemas de amor y una cancion desperada I

Mi sed, mi ansia sin limite, mi camino indeciso! Oscuros cauces donde la sed eterna sigue, y la fatiga sigue, y el dolor infinito

Veinte poemas de amor y una cancion desperada I

Pero cae la hora de la venganza, y te amo. Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme. Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia! Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!

Veinte poemas de amor y una cancion desperada I

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Veinte poemas de amor y una cancion desperada XX

Sucede que me canso de ser hombre. Sin embargo sería delicioso asustar a un notario con un lirio cortado o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.

Walking . Around

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas, vacilante, extendido, tiritando de sueño, hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra, absorbiendo y pensando, comiendo cada día. No quiero para mí tantas desgracias.

Walking aorund

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos. Sólo quiero un descanso de piedras o de lana, sólo quiero no ver establecimientos ni jardines, ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores. Sucede que me canso de mis pies y mis uñas y mi pelo y mi sombra.

Walking around

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos colgando de las puertas de las casas que odio, hay dentaduras olvidadas en una cafetera, hay espejos que debieran haber llorado de vergüenza y espanto, hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Walking around

Por eso el día lunes arde como el petróleo cuando me ve llegar con mi cara de cárcel, y aúlla en su transcurso como una rueda herida, y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Walking around

Sucede que me canso de ser hombre. Sucede que entro en las sastrerías y en los cines marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro Navegando en un agua de origen y ceniza.

Walking around


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